Opinión gusanos blancos

Publicado el 7 septiembre, 2020 | por editor

Gusanos blancos, ¿de qué estamos hablando?

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Dr. Esteban Basoalto V., Entomólogo de la Facultad de Ciencias y Alimentarias de la UACh e integrante del Proyecto FIC “Biocontrolador de Hongos Endófitos Nativos (HEN)”

Muchas veces hemos escuchado hablar de “Gusanos blancos”, especialmente entre las regiones del Maule y Los Lagos, sindicados como plagas de difícil manejo en praderas y más recientemente en frutales menores, pero afectando en mayor o menor medida a otros cultivos. Este nombre parece ser bastante impreciso, pero en realidad hace referencia a un grupo bien definido de insectos, específicamente, a sus estados inmaduros o larvas.

¿Pero quiénes son estos gusanos blancos? Estamos hablando de insectos del Orden de los Coleópteros (Coleoptera), o en términos coloquiales llamados escarabajos, más concretamente de la Familia Scarabeidae. Pero, como los mencionamos en plural (“gusanos blancos”) no nos referimos a una especie en particular, dentro de los grupos ya señalados, sino a varias especies que tienen características comunes que facilitan su agrupación. En primer lugar, de ahí el nombre, todos presentan larvas (gusanos) dentro de sus etapas de desarrollo, las cuales son más bien blancas (a blanco amarillentas); además, estas presentan una forma característica de “C” y patas bien desarrolladas.

ETAPAS DE DESARROLLO

Como hablamos de etapas de desarrollo es bueno explicar que como todo coleóptero pasan por una metamorfosis, del tipo Holometábola (en términos técnicos) o Completa; lo que implica que entre sus fases o estados están: huevo, larvas (con diferentes estadios durante su crecimiento), pupa y adulto. Por lo tanto, son reconocidos como plagas fundamentalmente por su etapa juvenil o larvaria, que es la causante de daños en raíces de plantas en praderas o cultivos; pero los adultos también son bastante reconocibles; aunque muchas veces no los asociamos a sus famosos gusanos, por que reciben un nombre común diferente. Estos adultos son los llamados San Juanes, Pololos (café, verde, etc.) y/o Pololitos; de ahí lo relevante a utilizar el nombre científico, que no cambia con el estado de desarrollo.

Dentro de estos insectos es común encontrar especies como: Hylamorpha elegans, Phytholaema herrmanni, Brachisternus prasinus, Schizochelus serratus o Sericoides convexa. Los cuales, en estado adulto, son frecuentemente observados volando en grandes números al crepúsculo, y en menor medida en la noche, siendo a traídos a las luces de nuestras casas.

En cuanto a su alimentación, a diferencia de las larvas, no todas las especies se alimentan en estado adulto (es el caso de Phytholaema herrmanni); sin embargo, las que lo hacen (como Hylamorpha elegans) aprovechan el follaje de diferentes plantas, incluyendo ornamentales, frutales y especies forestales, pudiendo provocar severas defoliaciones. Los ya mencionados vuelos tienden a ocurrir entre primavera y verano, cada año; siendo su propósito la búsqueda de pareja y la reproducción. Una vez ocurrido esto, las hembras colocan los huevos, ovoides y de color blanco (posteriormente se vuelve amarillento y circular), dentro de los primeros 15 cm de profundidad, ayudadas por su primer par de patas modificado para cavar (pata cavadora). De estos huevos surgen las famosas larvas, que se alimentan de materia orgánica (especialmente en estados iniciales) y raíces de plantas vivas, afectándolas en alguna etapa de su desarrollo. Durante este proceso, las larvas se desplazan por el perfil de suelo, dependiendo también del tipo de suelo, humedad, especie y etapa de desarrollo.

Una vez la larva ha alcanzado su máximo crecimiento, esta se transforma en pupa (estado previo a el adulto); de color marrón claro o incluso blanca, en algunas especies. Generalmente, se ubican entre los 5-15 cm de profundidad, aunque algunas especies puede llegar a profundizar más de 40 cm para pupar. Cabe destacar que el estado de pupa no se alimenta ni presenta movilidad. En general, todo este proceso de huevo a adulto toma aproximadamente un año, por lo que la mayoría de las especies solo presenta una generación por año.

Durante el periodo de gusanos blancos, como se dijo, estas larvas se alimentan principalmente de raíces activas. Su ataque tiende a comenzar a principios de temporada, entre primavera y verano, según la especie; siendo al inicio poco observable. En la medida que crecen también crece su impacto. En praderas se observa amarillamiento de gramíneas, perdida de sujeción de las plantas y finalmente la perdida de estas; las cuales pueden ser reemplazadas por suelo desnudo o malezas. Los ataques se hacen más evidentes en otoño-invierno, en especial en esta última estación; donde el crecimiento es menor y la oferta de forraje es escasa.

DIFÍCILES DE CONTROLAR

Dado que la mayor parte de su vida la pasan en el suelo, como huevos, larvas o pupas, estas especies son difíciles de controlar; en especial, con métodos químicos que encuentra en el suelo una barrera para su desplazamiento. Por lo tanto, una buena preparación de suelo y uso de insecticidas durante el establecimiento de un cultivo (como frutales) o la regeneración (en praderas) resulta especialmente recomendado. En condiciones normales, las poblaciones de estas especies son mantenidas a raya por un complejo de organismos benéficos, incluyendo depredadores, parásitos (y parasitoides) y entomopatógenos. Siendo estos últimos, algunos de los más estudiados como agentes de control; dentro de estos, los hongos han mostrado buenas perspectivas para su uso en programas de control de mediano y largo plazo.

Dada su amplia distribución en el país, su adaptación a diferentes suelos y climas y su buena capacidad reproductiva es que aún son un problema relevante, para muchos agroecositemas. Requiriendo investigación que permita desarrollar estrategias adaptadas a las características locales de las zonas afectadas por estos insectos. Por lo que seguiremos hablando de “gusanos blancos” por un buen tiempo.

 


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