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Publicado el 14 agosto, 2017 | por editor

Escasez de trabajadores para al agro motiva la contratación de extranjeros

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Wismond Dorvilus, joven haitiano de 25 años que llegó a principios de año junto a una caravana de inmigrantes desde Santiago y que hoy trabaja en la agrícola Alsan S.A. camino a Río Negro.

El envejecimiento de la mano de obra temporal en la agricultura, la migración campo ciudad y el aumento en la demanda total de trabajadores temporales, para labores agrícolas es una realidad. El estudio Evidencia y desafíos para el empleo estacional en la fruticultura en Chile de los académicos de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal UC publicado en 2016 proyectó una caída de 31 mil trabajadores en la oferta de empleo temporal para el sector agrícola en 2018.

Gracias a los resultados de la primera encuesta a temporeros en Chile se estimó que la demanda de empleo estacional crecerá entre 15% y 17%, lo que equivale a unos 50 mil o 56 mil trabajadores temporales adicionales.

Mauricio Momberg, empresario de Río Negro, en Osorno, sostuvo que en la zona sur el tema de la mano de obra es tan crítico, que: “si uno necesita salvar todo el año en sólo 60 días, tiene que agarrarse de lo que surja”.

Momberg recalcó que esta situación no es propio exclusivamente de Chile. “En Estados Unidos estuve recorriendo huertos de arándanos hace algunos años atrás en California, Oregon, Washington y la Costa Oeste en general y los mexicanos han hecho por muchos años la pega que están haciendo los haitianos hoy día en Chile, que es avanzar dentro del país haciendo distintos tipo de trabajos y mandando remesas a sus familiares”.

En tanto Rodrigo Moreno, ex gerente y actual asesor de Framberry apuntó que “un campo que hace siete años atrás contaba con 700 personas en verano hoy cuenta con 350 y eso significa que el campo no puede llegar a sus objetivos de volumen ni de calidad, porque en definitiva la fruta queda colgada o hay que meter máquina y al final varía el retorno”

EXTRANJEROS

Frente a este escenario el arribo de extranjeros, principalmente haitianos, es visto con mucha atención. Sólo en la Gobernación de Cautín en La Araucanía a la fecha registra 1.420 solicitudes de permisos temporales de residencia, 574 más que 2015, lo que equivale a un crecimiento de 67,8%. Muchas de estas personas se desempeñan en labores agrícolas, donde hay mayor oferta de empleo, este fenómeno también se repite más al sur.

Para Patricio Ramírez, coordinador del Observatorio Económico y Social de la Universidad de La Frontera, la llegada de mano de obra extranjera al agro chileno es una realidad de varios años. Precisó que esto en primer lugar es una señal, por un lado, de la falta de mano de obra local para actividades ligadas al sector silvoagropecuario, lo que ha llevado a que sea suplida con trabajadores extranjeros. Por otra parte, afirmó, que la falta de disponibilidad de trabajo nacional tiene, a su vez, que ver con los salarios que se pagan en el sector, que están entre los más bajos del país entre las distintas ramas económicas. Lo que hace que en especial los jóvenes busquen otros sectores con mayores sueldos, lo que da entrada a extranjeros.

“Aquí hay un desafío para el sector del agro: debe invertir más en capacitación de sus trabajadores y apuntar a mayor calificación, para así lograr también mayor productividad y ganancias. El recurso humano debe verse como una inversión y no como un costo, tener una mirada de largo plazo. Aunque también hay casos en que escasea la mano de obra y no se trata de bajos salarios, sino simplemente de expectativas y preferencias de las personas”, aseguró.

Recalcó que en la medida que llegue al agro mano de obra calificada el impacto es positivo, ya que eleva los salarios y aumenta la competencia y productividad. Pero, aclaró, que si la mano de obra no es calificada, más allá de representar menores costos en el corto plazo, no tiene mucho aporte para el sector ni para la economía.

“Creo que a la larga lo que debe primar es la productividad más que la nacionalidad. Lo mismo sucede con chilenos que van a buscar trabajos al extranjero: pueden entrar a empleos que los locales no apetecen pero con bajos salarios, o bien capacitarse y optar a competir por plazas laborales más exigentes pero de mayor retorno. Si Chile aspira a ser potencia agroalimentaria, necesita de calidad, competitividad, tecnología y eficiencia en su agricultura, y eso requiere tener mano de obra con alta productividad”, precisó.

En tanto, para Humberto Salas, vicedecano de la Facultad de Administración y Negocios de la Universidad Autónoma, los efectos de un aumento en la oferta de trabajo son diversos. Advirtió que al existir una mayor cantidad disponible de mano de obra aumenta la productividad de los trabajadores efectivamente contratados, esto tiende a darse en faenas que no requieren de especialización o tecnificación de los oficios.

“Este fenómeno es observable dado que es natural que los trabajadores que ocupan una plaza laboral cuiden este puesto de trabajo. Sin embargo, la mayor oferta también presiona a la baja los salarios e incentivos, especialmente de la mano de obra no calificada”, recalcó.

Agregó que: “en el caso de los trabajadores que poseen mayor especialización, ya sea por su experiencia relacionada con la mecanización agrícola, riego y cultivos propios de la región, no debería ser un problema. Esto dado que la mayor cantidad de mano de obra extranjera que ingresa a la faena agrícola es contratada en labores que no requieren especialización ni experiencia previa”.

EXPERIENCIAS

Wismond Dorvilus, joven haitiano de 25 años que llegó a principios de año junto a una caravana de inmigrantes desde Santiago y que hoy trabaja en la agrícola Alsan S.A. camino a Río Negro del empresario Jorge Álvarez-Santullano, afirmó que mientras gran parte de sus compatriotas regresaron a la zona central, sobre todo Casablanca en la Región de Valparaíso, persiguiendo nuevas labores de cosecha de productos de estación como los viñedos y hortalizas, él decidió quedarse.

“Mi trabajo en el campo es atendiendo animales, cargando la comida y otros cuidados. Antes yo trabajaba en una casa de remate y en la fruta, con mandarinas, arándanos, de todo. Allá (Haití) sembraba café y yautía, que son semillas que no se pueden plantar aquí por el frío”, dice Dorvilus, quien dejó a su madre y dos hermanos en el país caribeño, su padre falleció.

Si bien está relativamente cómodo en la residencia, detalla que gana el mínimo debido a que no posee ningún estudio en el área. Por lo mismo, no es mucho lo que puede enviar a su familia.

“En este campo como gano el mínimo no me alcanza para mandar plata a mi país, de todas formas pienso quedarme un tiempo más para obtener la residencia definitiva y la visa, pero hay que sacar el permiso de trabajo de nuevo”, afirmó.

Su plan es seguir aprendiendo de este trabajo, afianzándose en el campo para incrementar lo antes posible sus ingresos y así dar paso a nuevos desafíos.

“Mi objetivo en Chile es obtener la residencia para así poder viajar a otro más grande. A mí me gustaría ir a Canadá sacando la visa americana para hacer negocio comprando cosas allá y vendiéndolas en Haití. El problema es que en Chile no se puede comprar nada para mandar para allá”.

Jorge Álvarez-Santullano, representante legal de la empresa agrícola y ganadera donde trabaja Dorvilus, reconoce que “esta es la primera experiencia que tengo y quise ver cómo funciona el sistema. Ellos son personas de trabajo y la personas que está trabajando conmigo anda siempre contento. Yo me he preocupado harto de llevarle cama, sábanas, ropa, abrigo, que esté bien la casa y esas cosas”.

Según el empresario, efectivamente “hoy la gente ya no quiere trabajar en el campo y los jóvenes tampoco quieren estos trabajos. Yo empecé de muy niño en el campo y hoy día la gente no quiere hacerlo”, apunta Álvarez-Santullano, quien por recomendación de un contacto en la agrícola Santa Carmen -frutícola que tuvo a los inmigrantes este verano- se decidió por contratar a Wismond.

Nancy De La Hoz, productora lechera del Fundo La Chacra, en la zona de Las Cascadas, desde marzo tiene a dos trabajadores de origen haitiano.

“No están en la ordeña, sino que en el predio, uno de ternerero y otro hace varias cosas, de todo un poco. Pero con la capacidad que tienen pueden hacer cualquier trabajo porque, al menos las personas que a mí me tocaron, son muy educados, respetuosos, con ganas de trabajar y de ganar plata”, dice De La Hoz, quien administra el predio junto a su marido.

Según explica la agricultora, al igual que el caso de Álvarez-Santullano, estos jóvenes también llegaron por recomendación.

“Ellos estaban haciendo obras de construcción y como terminó la obra, (el capataz) nos dijo que tenía dos chicos que querían trabajar, que no saben nada de campo y que hay que enseñarles como a uno le gusta que se hagan las cosas. La verdad es que tuvimos muy buen ojo porque son muy buenos trabajadores y si bien no saben nada, tienen buena voluntad, buena disposición y la verdad es que trabajan hasta mejor que los obreros nuestros”.

Uno de ellos es llama Bergane Nestant de 25 años y habla más español que su compañero Johncy Dehilaire de 26.

Cada uno recibe un suelo de $500 mil más la estadía gratuita en el fundo. “Ellos viven dentro del predio agrícola, tienen un espacio para hacer huerto si quieren, leña, luz, agua, cama, además de agua y los insumos básicos (…). Son como regalones míos. Ellos se lo merecen, así que los invito a tomar once, porque siempre están dispuesto a trabajar y colaborar en todo”, concluyó De La Hoz.

En La Araucanía también hay experiencias, Ernesto Müller, de la Agrocomercial El Colono, empresa que se dedica a la selección de semillas este año contrató a siete jóvenes haitianos y la experiencia ha sido excelente.

“Partimos con uno, nos gustó porque son gente responsable que salen todo los días a trabajar, con ganas. Probamos con uno, luego vino un primo y al final llegamos a tener siete, de los cuales dos se van a ir trabajar a una empresa de venta de insumos agrícolas”, precisó.

“Pese a que son chiquillos jóvenes de entre 20 a 24 años, son empeñosos, respetuosos y con ganas de trabajar. Yo cada día me convenzo más de sus capacidades, en la semana entrevisto a 50 personas chilenas, de las cuales 1 o 2 sirven y esas dos trabajan una semana y luego comienzan a fallar”, confesó Müller, quien agregó que al ver su trabajo, empresarios de otros rubros agrícolas se han acercado interesados en contratar a extranjeros.

Aclaró que si bien comienzan ganando el sueldo mínimo más las horas extras, igual tienen la oportunidad de seguir capacitándose.

Al respecto, Andreas Köbrick, secretario general de la Sociedad de Fomento Agrícola (Sofo) de Temuco precisó que en La Araucanía la mayoría de los extranjeros se desempeña en labores bastante básicas.

“Sabemos que los empleadores que se atreven contratando a extranjeros han tenido buenos resultados. Se han logrado buenas inserciones. Ellos han cumplido con las labores de trabajo y los empresarios con la normativa”.

Aseguró que el tiempo es posible que se vayan perfeccionando. “Es gente bastante valiosa, seguramente va a llegar gente más preparada. Comienzan con tareas de poca especialización, pero en la medida que comienzan a hablar español van avanzando. Aquí se le entregan buenas condiciones y de bienestar como corresponde”.

CONTRATACIÓN

En relación a la contratación de trabajadores extranjeros, el abogado Rolando Franco del Estudio Jurídico Franco & Cía de Temuco, señaló que la Ley laboral chilena se aplica a todos los trabajadores, sean estos nacionales o extranjeros.

“Es parte de los compromisos que el propio Estado de Chile ha ratificado mediante diversos tratados internacionales sobre la materia. Ello, no impide que los trabajadores extranjeros deban cumplir con los requisitos que la Ley de Extranjería y su reglamento exige para que estos puedan desarrollar labores remuneradas dentro del territorio nacional. Y a su vez, los propios empleadores deben velar por cumplimiento de aquellas disposiciones, porque en caso de fiscalización por parte del ente fiscalizador laboral, o del departamento de extranjería, de detectarse una irregularidad, podrían aplicarse fuertes multas”.

Lo primero que debe tener en consideración un extranjero para trabajar en Chile, es contar con la visa correspondiente, recuerda Franco. “Existen dos tipos de visa para estos efectos, la visa sujeta a contrato de trabajo y la visa temporaria. La primera, como su nombre lo indica parte de la base que el ingreso del extranjero al territorio nacional es para trabajar, pues supone que su autorización para ingresar al país está asociada a la existencia de un contrato de trabajo. La segunda, es la situación más habitual, y consiste en que el extranjero solicita la autorización ante la Dirección de extranjería (si está en Santiago) o en las Gobernaciones provinciales (si está en regiones), visa que lo habilita para residir en el país y poder trabajar en cualquier actividad lícita. El extranjero que ingrese al país con visa de turista no puede desarrollar actividades remuneradas. Siempre debe contar con la autorización de la autoridad migratoria”.

En relación a los empleadores, el abogado recordó que deberán siempre constatar que sus trabajadores de origen extranjero cuenten con la autorización de la autoridad competente.

“Si contratan a un extranjero que no esté con sus papeles en regla, deberán instarlo a que regularice su situación antes de que pueda prestar sus servicios. Otro aspecto importante a considerar es que el contrato de trabajo contiene regulaciones diferentes al contrato de trabajo de un nacional, ya que debe firmarse ante notario, por ello es aconsejable asesorarse en la revisión y redacción del mismo para dar cumplimiento a las exigencias que impone la autoridad sobre el particular. Asimismo, todo empleador debe saber que la ley impone un límite para la contratación de extranjeros en sus respectivas empresas. Cuando éstas tienen más de 25 trabajadores, al menos el 85% deben ser chilenos. Esta limitación no rige si el empleador no ocupa más de 25 trabajadores”, afirmó el abogado de Franco & Cía.

 


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