General Hilera

Publicado el 16 noviembre, 2015 | por editor

Escasez de semilla certificada podría impactar temporada de papas 2015-2016

Está terminando una temporada de papas muy particular. En eso concuerdan productores, investigadores, comerciantes y compradores. Los bajos rendimientos, debido a los problemas de sequía ya conocidos y a la deficiente calidad de semilla, que se ha venido acentuando desde hace ya algunos años, está plasmando su huella.

Luis Miquel, gerente general del Consorcio Papa Chile y Jaime Ríos, el jefe comercial de este organismo, que agrupa a productores desde Santiago a Coyhaique y reprenta un 30% de la producción a nivel nacional, analizaron el escenario. Ambos aseguran que la disminución de la superficie destinada a semilla certificada y la falta de material parental, redundó finalmente en precios muy altos de semilla y papa para el consumo.

“Si se hace una proyección, se podría esperar que para la temporada 2015 – 2016, exista una gran intención de plantar papas dado el interés económico que esto pudiera suscitar, pero por otro lado hemos detectado que la escasez de semilla de calidad continúa y los altos precios que ésta ha presentado a raíz de la demanda, la hacen prácticamente inaccesible a los pequeños y medianos productores”, aclaran.

La escasez de semilla certificada, aseguran, podría provocar que muchos agricultores vuelvan a plantar sus propios tubérculos que ya han presentado problemas de sanidad, con el consiguiente riesgo y pérdida de rendimiento y calidad, esto aunado al aumento de costos por hectárea debido al alza considerable del dólar que afecta directamente a insumos, como los fertilizantes agroquímicos, combustibles, repuestos y maquinaria.

“Esto hace pensar que podría mantenerse la superficie de la temporada pasada entre 48.000 y 50.000 hectáreas), pero también los bajos rendimientos, sin considerar que de darse nuevamente un año seco u otros fenómenos climáticos, continuaríamos con una baja oferta para la temporada que viene; es decir, nuevamente precios muy altos al consumidor, lo que claramente es nocivo para mantener a la papa como uno de los alimentos fundamentales en las mesas chilenas, sin mencionar la inmensa pérdida de competitividad respecto de los productos elaborados que nos llegan desde el extranjero”, precisan.

Con respecto a la producción de semillas de papa en el área productora de semillas; es decir desde Arauco hacia el sur, desde el Consorcio aseguran que ésta “continuará siendo amenazada por el tema de las Enfermedades Cuarentenarias y el ataque cada vez más frecuente de virus, debido al cambio climático y a la falta de una praxis adecuada en el cultivo, de este modo el Estado debería ir tomando cada vez más decisiones que permitan proteger el Área Libre del avance de éstas plagas”.

Desafíos

Por otra parte, aseguran que se hace imperativo implementar un programa de incentivo a la certificación de semillas hasta llegar a eliminar definitivamente la semilla corriente, que constituye la raíz del problema fitosanitario detectado hoy día. Agregan que es necesario impulsar la inversión en tecnologías de almacenamiento y proceso a través de líneas de financiamiento a largo plazo y baja tasa de interés.

“Se necesita incentivar a los productores a atreverse a dar al producto papa el valor agregado que necesita, ya que día a día vemos con impotencia cómo perdemos ese nicho de mercado con los países que han hecho estas inversiones, a través de una planificación cuidadosa y a mediano y largo plazo”, sostienen.

Otro punto clave es la eliminación de la informalidad que presenta el mercado de la papa y que genera incentivos perversos aumentando los costos si agregar valor al producto.

El consumidor tiene el derecho de exigir calidad e información del producto que compra y, salvo honrosas excepciones, hoy no se le está ofreciendo ni lo uno ni lo otro.

“Una correcta selección, un envasado adecuado y el etiquetado correcto son hoy una necesidad imperiosa para que se discrimine correctamente entre los productos que cumplen con las exigencia de un alimento inocuo, saludable y con calidad culinaria, de otro que sólo persigue obtener el mayor margen posible entre la compra y la venta”, aclaran.

En Consorcio concluyen que: “no se puede esperar un cambio real si realmente no se hace una cirugía mayor en los procedimientos productivos y comerciales que permitan bajar los precios a niveles que permita competir con el producto procesado que ingresa de países como Bélgica, Holanda, Estados Unidos e invertir en el valor agregado que el consumidor hoy requiere”.

Las papas argentinas

En lo que se refiere a la protección fitosanitaria de este cultivo, existe preocupación. Hace unos días el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), tras una denuncia anónima encontró dos mil kilos de papas procedentes de Argentina en una frutería del sector de Rahue, en Los Lagos.

Armando Águila, productor de semillas de Puerto Octay, con 40 años de experiencia con todo lo que ha vivido, se encuentra seriamente convencido que el incidente del ingreso de papas argentinas debe ser tomado como una señal por parte de las autoridades, para que los controles se vuelvan más estrictos y permanentes.

“Deberíamos comenzar a protegernos con barreras sanitarias fijas y móviles en carreteras, en puntos claves entre regiones, porque con esto se da a entender que deben ser muchos más los ingresos de papa clandestina que los que se dan a conocer y que no hemos visto”, expresó el agricultor.

En su caso, como productor de semillas son varios los trámites y requerimientos legales que debe cumplir, como inscripción de predios, semilleros, “sometiéndonos a las reglas del juego, pero hay gente que va a seguir haciéndolo (ingreso clandestino) sin recibir sanciones mas que una simple multa”, detalló.

Según señala el director regional del SAG, Andrés Duval, entre las enfermedades a las que se está bajo resguardo en la zona que comprende desde el Bío Bío al sur, se cuenta la marchitez bacteriana, el nematodo y el carbón de la papa, entre otras.

Esta última viene a ser una de las enfermedades más complejas y severas, que pueden incluso afectar al cultivo del tubérculo en un 90 por ciento tanto de la cantidad y calidad de una cosecha.

Esta enfermedad se transmite a través de la semilla y las esporas de la misma, pueden permanecer hasta ocho años o más en el suelo de cultivo.

En Chile la enfermedad del tizón fue detectada por el SAG en el año 1975 y actualmente se encuentra presente en las regiones de Arica y Parinacota, la de Coquimbo, O’Higgins y el Maule.

 


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