Reportajes cerezass

Publicado el 23 octubre, 2018 | por editor

El nuevo rol que juega la fruticultura en el sur de Chile

El cambio climático y el aumento de las temperaturas ha significado cambios y adaptaciones. Una de las más relevantes es la llegada de la fruticultura ala zona sur, la que se ha desplazado hacia las regiones del Biobío, la Araucanía, Los Ríos y Los Lagos. Lo anterior se une además a precios más bajos de los terrenos en comparación a la zona central. En este aspecto existen importantes desafíos para la reconversión de la agricultura, como conocimientos, capacitación, variedades aptas a las condiciones de suelo y clima, entre otras temáticas.

Al respecto Gabriel Sellés, cordinador del Programa Nacional de Hortofruticultura de Inia, señala que la actividad agropecuaria en la Región de Los Ríos y Los Lagos ha estado tradicionalmente ligada a la producción de leche y carne bovina y algunos cultivos, como cereales y papa. Hoy se ve un cambio en el paisaje y comienzan a aparecer plantaciones de frutales de clima templado frio, como son manzanos, cerezos, avellanos europeos, algunas viñas y sobre todo los arándanos.

“Hay varias causas que ha producido el movimiento de la fruticultura hacia la zona sur, los valores de la tierra en la zona central, una mayor disponibilidad hídrica, la búsqueda de épocas de producción más tardías y aprovechar las oportunidades que genera el cambio climático”, señala Sellés.

Como toda actividad nueva en una región no tradicional en la producción de fruta aparecen problemas no previstos. La experiencia y las prácticas aplicadas en la zona central, tradicionalmente frutícola, no dan los resultados esperados.

“Es en este contexto, que el Instituto de Investigaciones Agropecuarias Inia realizó recientemente en Inia Remehue (en Osorno) el primer Encuentro Inia IdeaLab de Fruticultura y Vitivinicultura en el sur de Chile, en el que se convocó a productores y asesores para discutir y analizar la situación de la producción frutícola de ambas regiones y poner a disposición del sector privado la capacidades de nuestro instituto para que, conjuntamente con ellos, se vayan desarrollando paquetes tecnológicos que permitan tener una fruticultura de primer nivel, de acuerdo a las condiciones agroclimáticas de ambas regiones”.

CEREZOS

El cerezo es un frutal que se adapta al clima templado – frío. Esto significa que se produce fruta en zonas de veranos cortos y fríos. Por esto, por décadas se ha visto en Chile su cultivo desde la región del Maule, al sur; destacándose áreas como Quinchamalí en la Región de Ñuble, alrededor de los lagos de La Araucanía, en San Pablo, en los alrededores de Osorno y hasta en Chile Chico, en la Patagonia.

Gamalier Lemus, ingeniero agrónomo de Inia Rayentué destaca que entre los aspectos que se deben analizar, para el adecuado desarrollo de esta industria en áreas de reciente o futuro desarrollo, está el sitio de plantación.

“Se debe preferir zonas libres de heladas, dentro del valle. Una particularidad de la especie es que es muy sensible a las bajas temperaturas,por lo que zonas con pendiente pueden ser más seguras que localidades en el fondo del valle.

Además, se debe preferir suelos profundos francos a arenosos, respecto los que presentan estratas impermeables o demasiado arcillosos. los portainjertos permiten adaptarse a diferentes tipos de suelo, es mejor contar con suelos amistosos, como los “trumaos”, frecuentes en el sur del país.

En cuanto a variedades, el investigador destaca que las de cosecha tardía permiten ocupar un nicho interesante de precios, y escapar del volumen producido en la zona central. “Particularmente se debe buscar variedades resistentes o tolerantes a la partidura de frutos provocada por el agua que recibe la fruta cerca de la cosecha. Lluvias, rocíos y nieblas pueden provocar esta partidura que, en variedades sensibles, pueda significar la pérdida de más de la mitad de la cosecha”.

En cualquier caso, destaca se debe plantar más de una variedad comercial, para el manejo de cosecha y evitar la oferta de una sola variedad.

En cuanto al manejo agronómico, Lemus señala que los desafíos son variables y cubren una amplia gama de interrogantes, como el tipo de planta, donde la elección del portainjerto debe estar de acuerdo al suelo, la variedad y la forma de conducción del huerto. Por esto debe recomendarse proyectos pensados de esta manera y no decidirse a plantar un material disponible en un momento, pero que arrastra un problema por los siguientes 20 ó más años de vida de un huerto.

De la misma forma, la plantación libre y desprotegida del huerto tradicional debiera considerarse como una segunda opción, para un huerto moderno de cerezas, debido a que las estructuras de sostén de la planta son fundamentales para conducir cada rama y ramilla a la óptima posición que conjuga crecimiento y productividad, tanto como para mantener el control en las dimensiones del huerto. Por otra parte, las condiciones climáticas obligan a proteger de eventuales lluvias, lloviznas o granizos que pueden presentarse con mayor o menos frecuencia. Sin duda, el tipo de cubierta y su manejo presenta aún interrogantes.

AVELLANO EUROPEO

Otro de los frutales que ha crecido en el último tiempo es el avellano europeo. El doctor Miguel Ellena, investigador de frutales mayores del Centro Regional Inia Carillanca destaca el avance de nuevas tecnologías que revolucionan el cultivo del avellano europeo en Chile.

“En la era moderna de la fruticultura los grandes avances y cambios se han obtenido con la utilización de portainjertos o patrones que han permitido aumentar las densidades de plantación de los huertos, lo que ha provocado aumentar los rendimientos por unidad de superficie y anticipar la entrada en producción de las plantaciones”, señala Ellena.

En la actualidad en Chile y la mayoría de los principales países productores de avellana europea se utilizan plantas auto-enraizadas, propagadas principalmente por acodos. Mediante este tipo de propagación las plantas de avellano requieren entre 4 a 5 años para comenzar a producir una cantidad suficiente de fruta. En cambio, mediante el uso de portainjertos es posible anticipar la entrada en producción entre 1 a 2 años dependiendo de las variedades y duplicar incluso triplicar la producción por unidad de superficie.

Esta tecnología permitirá modernizar el cultivo a nivel mundial ya que en la actualidad no existen huertos en alta y media densidad de variedades injertadas sobre portainjertos de bajo y mediano vigor, solo sobre portainjertos vigorosos con combinaciones de variedades lo que no permite densificar los huertos.

Este tipo de portainjertos vigorosos también se introducirán al país para ampliar las zonas productivas del avellano, particularmente para zonas con menor disponibilidad de agua para riego como alternativa productiva para los agricultores de la Araucanía como un vasto territorio del secano interior de Malleco. Estamos planteando propuestas para el desarrollo de Polos productivos para dicha zona en diferentes especies que tienen posibilidad de mercados seguros para los productores, incluidos los avellanos.

VITIVINICULTURA EN EL SUR DE CHILE

Por muchos años el cultivo de vides viníferas y la producción de vinos era una actividad limitada a la zona central de Chile, donde las condiciones climáticas permitían la producción de blancos y tintos en diferentes zonas y con un amplio matiz de tipicidades. Sin embargo, diferentes razones han hecho que la frontera sur para la producción de vinos se haya transformado en un borde muy dinámico, donde proyectos vitivinícolas en la Araucanía, Los Ríos y Los Lagos ya son una realidad.

La doctora Marisol Reyes, investigadora de Inia, destaca que el cambio climático, especialmente el aumento de la temperatura ha traído consigo una serie de desafíos y oportunidades para la vitivinicultura nacional, posibilitando el cultivo de vides viníferas en lugares donde hasta hace menos de dos décadas era impensado.

“Considerando el ya probado aumento de la temperatura en gran parte del territorio nacional, se han prospectado nuevas zonas de producción y las variedades más adecuadas para cada una”, señala Reyes.

A su vez, el investigador de Inia, Patricio Mejías, destaca que en la Araucanía hay más de 100 há plantadas, algunas con bastante éxito comercial.

“Sin embargo, más hacia el sur, Los Ríos y Los Lagos, la actividad vitivinícola es incipiente y se ve enfrentada a una serie de desafíos que requieren ser abordados con una mirada técnica y comercial de mediano a largo plazo”.

La elección del lugar donde se va a plantar el viñedo destaca como uno de los más importantes a considerar, las uvas viníferas fijan su precio de venta de acuerdo al potencial de calidad que tiene el vino a producir, lo que está ligado a las características edáficas del sector.

“A diferencia de los frutales, en vitivinicultura no se buscan producciones exuberantes, por lo que la fertilidad natural debe permitir un manejo de la carga tal que no sea necesario incurrir en grandes manejos para su control”.

Por otra parte, en cuanto a enfermedades y plagas los pioneros en el cultivo deberán realizar monitoreos continuos para actuar a tiempo, tratando en lo posible de no alterar violentamente el equilibrio ecológico natural.

La doctora Reyes destaca los trabajos iniciados en la región de Aysén, que reflejan el desafío de incorporar nuevas zonas a la vitivinicultura nacional.

“En la estación Experimental de Chile Chico, a orillas del Lago General Carrera, se inició en el 2016 la elaboración de Keoken, el vino más austral del mundo con las variedades Pinot noir y Sauvignon blanc, lo que presentó un enorme desafío productivo y logístico”.

Posteriormente se sumaron seis variedades más.

En cuanto a la sanidad del viñedo ha sido manejable y se recomienda el uso de mallas antipájaros.

 


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