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Publicado el 4 abril, 2016 | por editor

El Camino Dairy Farm: leche con valor agregado

Cuando estaba en su último año de Ingeniería Comercial, Cristóbal Durán comenzó a planear junto a sus hermanos Javier y Julio un proyecto que entregara valor agregado a la lechería que su padre tiene en Loncoche desde los años ‘90. Los jóvenes, quienes fueron nacidos y criados en Santiago, viajaban a este campo familiar en los veranos y fines de semana largo, donde con el correr de los años fueron imaginando un futuro ligado al fundo “Quemas del Tatón”.

Es así como al ver los vaivenes de la industria lechera, donde existe un precio comprador difícil de rebatir, se les ocurrió sacarle provecho a las “vacas felices” criadas por su padre, quien las alimenta sólo con pasto -natural-, sin otros químicos que interfieran en el organismo del animal y que corren libres por el predio, ubicado en el kilómetro 8,5 del camino Loncoche-Villarrica.

Luego de un año de capacitación con el profesor Haroldo Magariños de la Universidad Austral de Chile, más la compra de maquinaria de primer nivel traída desde Italia, los hermanos Durán construyeron una pequeña planta de procesos, donde fabrican lácteos a la antigua usanza. Sin colorantes ni preservantes, lograron reivindicar el sabor de la leche y sus derivados, con productos de alta calidad dirigido principalmente al público santiaguino, el cual conocen y saben que son los que están dispuestos a pagar un poco más por un producto de calidad.

Actualmente y a menos de un año de haber salido al mercado, El Camino Dairy Farm ofrece sus productos en siete emporios de Santiago, y sus productos -queso mantecoso, queso fresco, mantequilla y sus cuatro variedades de yogur- han sido elogiados por la crítica gastronómica nacional, ensalzando su sabor a “leche de verdad”. Esta reivindicación de los lácteos y la moda de comer sano volviendo al origen de los alimentos, ha sido una de las claves tras el éxito de este proyecto, que demuestra el potencial de La Araucanía como potencia gourmet.

HISTORIA

La idea de buscarle un valor agregado a la planta comenzó en el año 2012, donde cada uno de los hermanos Durán fue pensando en cómo materializarla a partir de sus conocimientos y profesiones. Julio -el mayor- es publicista y vive en Estados Unidos, país desde el cual ha ido aportando con toda la imagen corporativa de la empresa, incluyendo el logo, página web y el mantenerse actualizado de las últimas tendencias en alimentación saludable y cocina orgánica; Javier -el mayor- es ingeniero civil, por lo que fue él quien manejó los alcances técnicos para comprar la maquinaria. En tanto, el menor, Cristóbal, es quien está encargado de la planta en Loncoche, encargado de todas las operaciones in situ.

“Salí de la U el 2014, ahí nos vinimos con Julio para acá, para construir, instalar y capacitarse en todo lo necesario”, cuenta el menor de los Durán. “Comenzamos con capital propio, porque era muy difícil en esa etapa conseguir apoyo de alguna institución que crea en ti”, agrega, reconociendo que en un principio tuvieron que aplicar lo que en la universidad le enseñaron como “las 3F”: Familia (Family), Amigos (Friends) y Locos (Fools) que pueden invertir en un proyecto de esta magnitud. Ahora, ya cuentan con apoyo de Corfo.

Es así como Javier renunció a su trabajo para instalarse junto a su hermano menor en Loncoche, y comenzaron con una intensa capacitación en la elaboración de lácteos, a cargo de Haroldo Magariños, especialista en lácteos del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Universidad Austral. “Unos conocidos nos recomendaron a este señor, que terminó siendo nuestro amigo y un gurú de los lácteos. Nos enseñó desde la basa hasta cómo hacer los productos”, cuenta Cristóbal. “La teoría la transformamos en práctica y aprendimos a hacer ciertos productos, testeando distintas recetas hasta llegar al punto final” .

Para los ahora lecheros, el público siempre estuvo claro: personas interesadas en pagar más por un producto de primer nivel, donde la trazabilidad es parte del valor agregado. Como ya tenían la materia prima, la segunda etapa era lograr la gama de productos y sabores indicados, donde se sienta un sabor distinto y de categoría premium.

“Una de nuestros objetivos fue no entrar al mercado hasta tener resolución sanitaria para garantizar nuestra calidad. Ya habíamos hecho la inversión en maquinaria e higiene, por lo que la idea era profesionalizar el negocio al máximo, llegando a un punto medio entre la gran industria, para lo que contamos con una muy buena maquinaria, y el mercado artesanal”, explica Cristóbal.

Para estos fines, la familia y amigos fueron los principales catadores, quienes fueron testeando los productos y la presentación de éstos. También ocuparon este tiempo de prueba para hacer una pequeña obra social, regalando el yogur a una organización de Villarrica.

“Como todavía no estábamos vendiendo, donamos el yogur a una ONG que entregaba desayunos a gente en situación de calle, porque no queríamos botar un alimento que estaba bueno. Es una alternativa que recomendamos en un 100%, porque seguir botando comida como se hace actualmente, donde hay mucha gente que lo necesita, es inviable”.

LANZAMIENTO

Luego de un año de capacitación, ensayo y error, comenzaron a socializar su proyecto, siendo su presentación en sociedad el mercado Paula Gourmet, que se realizó en el mes de octubre en Santiago. “A los organizadores les gustó nuestra idea, que fuéramos de la novena región y que tengamos un producto más pro. Ahí nos lanzamos y la recepción fue súper buena, nos quedamos sin stock”, afirma el emprendedor.

Así comenzó la red de contactos de los emprendedores, que gracias a la buena acogida del público que se habían planteado como objetivo, pudieron seguir tocando puertas y ampliando su presencia en el mercado gourmet. Actualmente, están en 7 emporios en Santiago, y durante el verano incursionaron en algunos restaurantes de la zona lacustre.

“Los emporios y restaurantes son complementarios. Nos encantaría trabajar como proveedores en cocina, pero también tiene que ser en locales que pongan énfasis en los productos naturales, porque a veces es difícil convencer a alguien que si invierte un poco más en la materia prima, también va a tener mejores resultados y puede cobrar más”, explica el ingeniero comercial.

En ese sentido, la presencia en restaurantes o cafeterías es un mecanismo que se ajusta más para marcar presencia en La Araucanía, ya que por ahora, no existen mercados con una oferta gourmet durante todo el año que pudiera tener cabida permanente a sus productos. “En Temuco hay restaurantes de muy buena calidad, con chefs capacitados que están dispuestos a invertir un poco más y entienden lo que nosotros queremos comunicar. Eso aún no pasa con los emporios que existen en la Región”.

PROYECCIONES

Hasta ahora, los caballitos de batalla de El Camino Dairy Farm es el queso mantecoso y el yogur, el cual se presenta en cuatro variedades: natural, miel, frambuesa y miel con maqui orgánico. Tanto la miel como la mermelada de berries, son comprados a productores locales. “El yogur se llama ‘Old Fashioned Yogurt’, justamente porque este proyecto está orientado a reivindicar los sabores originales, haciéndole honor a mis abuelos y mis padres”, acota Cristóbal, agregando que, por otro lado, “si generamos un efecto positivo en otros proveedores, ellos también van a crecer”.

En cuanto a precios, el yogur de 212 ml. tiene un valor aproximado de $1.100 en el mercado, mientras que el pote de 750 ml. vale $2.500; el queso se vende en formatos de 600 y 300 gramos, a un costo que va entre los $10 mil y $15 mil por kilo. “Sabemos que los precios son elevados, pero lo vale. El mejor indicador que tenemos es que los proveedores nos encargan cada vez más y la gente vuelve a comprar nuestros productos”.

“No estamos apuntando a ser masivos ni a proveer a todos los supermercados, porque queremos conservar nuestra forma de elaborar los productos, basados en la antigua agricultura. Lo importante para nosotros este año es crecer al doble en Santiago, y estar presentes en por lo menos 14 emporios”, sostiene el menor de los Durán.

A pesar de lo delicado del producto, la exportación es uno de sus sueños. Ya iniciaron conversaciones con ProChile, para ver la posibilidad de exportar sus productos a Estados Unidos, México y Perú, mercados prioritarios tanto por su nivel de consumo de lácteos chileno como por las facilidades que tienen en el país del norte.

 


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