Reportajes volcánD

Publicado el 19 mayo, 2015 | por editor

El 60% de los suelos de Chile está constituido por ceniza volcánica

El 60% de los suelos de Chile está constituido por ceniza volcánica de erupciones pasadas, suelos que localmente se conocen como “trumaos”. Las erupciones de los volcanes Villarrica y Calbuco originaron una serie de interrogantes asociadas a los efectos de la ceniza, que los expertos salieron a responder. En Valdivia existe el Centro de Investigación en Suelos Volcánicos (CISVo) -de la Universidad Austral de Chile- que reúne a un grupo de académicos que investigan la relación entre las erupciones volcánicas y la formación de los suelos.
Hablar de recuperación de suelos es difícil, así lo plantea el director del CISVo y académico del Instituto de Ingeniería Agraria y Suelos de la Facultad de Ciencias Agrarias, doctor José Dörner. Explica que “los eventos eruptivos son ciclos naturales, que incluso han contribuido a la conformación de los suelos en la región”.
“Podríamos hablar de la recuperación del sistema productivo, proceso en el que también está involucrado el suelo y eso toma un período de tiempo. Estamos trabajando para poder definir qué tan largo puede ser ese período”, agrega.
Para el experto, sin duda el suelo para uso agrícola se puede seguir utilizando; sin embargo, será necesario remover la ceniza de las praderas.
“Nosotros estuvimos en los faldeos del Calbuco y en algunos sectores la depositación de tefra alcanzaba hasta los 25 centímetros, por lo tanto ese agricultor deberá sacar la ceniza de ese potrero, a fin de darle nuevamente un uso productivo”, dijo.

EXPERIENCIAS POSITIVAS
En esa línea, el director del Instituto de Ingeniería Agraria y Suelos de la Uach, doctor Dante Pinochet, plantea que la caída de ceniza al suelo puede ser considerada positiva. Argumenta que ésta puede contribuir a cambiar las características del suelo. Desde una perspectiva física “el incorporarle arena le da soltura al suelo y más accesibilidad a las plantas para obtener del suelo nutrientes”.
Sin embargo, de no ser positivo “el suelo naturalmente se va a recuperar, pero eso va a tomar muchos años y si es pura ceniza tomará mucho tiempo para llegar a ser un suelo agrícola”, precisa.
¿Cómo afecta a los suelos?
Estudios realizados a raíz de la erupción del Cordón del Caulle entregan algunas conclusiones, que se remiten estrictamente a experimentos de laboratorio: la respuesta del suelo depende de su textura y la de la ceniza, es decir, del contenido de área, limo y arcilla.
“Pudimos ver que en función del material que recolectamos en las cercanías del volcán, tenía efectos positivos sobre ciertos parámetros físicos del suelo, que definen la capacidad de almacenamiento de agua”, explica Dörner.
Acota que esos resultados no son en ningún caso extrapolables a cualquier tipo de evento eruptivo, “porque el material que se deposita luego de una erupción, depende mucho de la distancia con respecto al volcán, de los vientos predominantes y así, por ejemplo, al lado de un volcán puede haber material muy grueso, mientras que 100 km más allá van a haber prácticamente cenizas”.
En tanto, desde el punto de vista de los elementos químicos que componen el suelo, los efectos estarán condicionados por varios factores, según explica la académica del Instituto de Ingeniería Agraria y Suelos, doctora Susana Valle.
En principio, por las características que tenga el material volcánico que se esté depositando en los suelos: su composición química, mineralógica y la granulometría, es decir, el tamaño de partículas.
“Va a depender también del suelo, no todos responden de la misma forma ante el depósito de este material. Obviamente depende de la cantidad de ceniza que cae. Los suelos volcánicos tienen una capacidad ‘tampón’, es decir, de resistir a los cambios que se le producen, por lo tanto para generar un cambio en una propiedad química necesito incorporar una enorme cantidad de material al suelo. Lo que ha caído del Calbuco es enorme, pero para que cambie el suelo tiene que incorporarse a éste, de lo contrario reaccionarán solo los primeros milímetros del suelo con la ceniza”, detalló la Dra. Valle.

vegetación
El doctor Oscar Thiers del Instituto de Bosque y Sociedad, Facultad de Ciencia Forestales y Recursos Naturales de la UACh, señaló que las cenizas pueden afectar a la vegetación de distintas maneras, tanto en el tiempo como en el espacio.
“La caída de las cenizas afecta físicamente a la vegetación, especialmente a los bosques y sus estratos, pues dependiendo del tamaño y temperatura de la partícula al momento de ingresar al bosque, ella impactará directamente sobre la estructura/morfología de las copas de los árboles y estratos de vegetación inferiores, donde se incluye al suelo”, explica Thiers.
Agrega que habrá situaciones donde se producirán quiebres de ramas, reducción de la copa por cercenamiento e incluso en algunos casos muerte por cobertura total de la copa. “En el estrato inferior del bosque (sotobosque), y dependiendo de la cercanía al volcán y el modelo de distribución de material volcánico, habrá sectores completamente cubiertos por la ceniza”.
Lo anterior- sostiene- afectará la función de la copa como manto fotosintético, lo cual se traducirá en problemas de crecimiento e incluso de sobrevivencia. Es así que se podrá evidenciar en un par de años más en el crecimiento de estos bosques, donde este tipo de eventos catastróficos marcan claramente una disminución del crecimiento.
Otro aspecto a destacar – para el profesor- es el cambio en el equilibrio de oxígeno y dióxido de carbono en el suelo y la atmósfera, derivado de la alteración en las tasas de respiración de las raíces y microorganismos, que ahora con una cubierta de cenizas se verá alterada o impedida dependiendo del tipo y espesor del material caído.
“Lo anterior podría derivar en la muerte de parte del edafón (microorganismos del suelo), alteración del reciclaje de nutrientes desde el mantillo (hojarasca) e incluso la muerte de algunas especies arbóreas del sotobosque. Químicamente, el efecto se podría evidenciar en el largo plazo, pues el aporte de cenizas comenzará lentamente a re-distribuirse dentro de los sitios (viento, pendiente, exposición), lo cual generará nuevos y dinámicos sustratos -química-nutritivamente hablando- para la germinación de una nueva cohorte de especies arbóreas y arbustivas nativas”,dijo.


Sobre el autor



Back to Top ↑