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Publicado el 13 agosto, 2018 | por editor

Cubiertas frutales: ¿cuál es el impacto en la producción de arándanos?

La fruticultura en la zona sur crece a pasos agigantados. La producción de arándanos es un claro ejemplo y así queda en evidencia en los últimos catastros realizados en el país.

La Araucanía, por ejemplo, pasó de tener 1.561 hectáreas en 2012 a las 1.853 en 2016 registrando un incremento de 18,7% en 4 años. Las expectativas de crecimiento para este rubro continúan siendo auspiciosas, en especial para los arándanos orgánicos.

En Chile, según explicó Andrés Armstrong, gerente del Comité de Arándanos de Chile- Asoex, en la campaña 2017/2018 se totalizaron alrededor de 10 mil toneladas de arándanos orgánicos, lo que significa un 9,1% del total exportado.

En este escenario la zona sur juega un rol preponderante, ya que el mayor porcentaje de fruta fresca orgánica exportada proviene de La Araucanía, con un 40% de participación.

El crecimiento en la producción de arándanos en modalidad convencional y orgánica (15.800 hectáreas en 2017) también plantea desafíos. Chile sigue siendo el principal exportador de arándanos del hemisferio sur con 110.000 toneladas en la temporada pasada, pero se han sumado nuevos competidores, entre ellos Perú, que ha logrado un gran salto productivo. En un año pasó de exportar 26.200 toneladas a 48.000 toneladas y se proyecta que en 2021 podría llegar a las 100.000 toneladas.

El principal destino de esta fruta (50%) es Norteamérica, mercado al que nuestro país envía el 64% de sus arándanos. Mientras que la producción peruana tiene su peak en el mercado de Estados Unidos en la semana 40 y coincide con los mayores precios, Chile concentra la mayor parte de sus envíos en la semana 51 que coincide con los menores precios,ya que se produce una mayor oferta.

A la evidente diferencia en la distribución se suma la poscosecha. Mientras que la fruta peruana presenta una mejor condición de fruta en destino, Chile ofrece un producto más dulce.

De ahí la necesidad de los productores nacionales de implementar nuevas tecnologías que permitan lograr un equilibrio entre la productividad, la calidad y condición de destino en un escenario de precios bajos.

Para ser más competitivos es urgente aminorar las pérdidas por los efectos climáticos y mejorar la condición de arribo a los mercados.

HUERTOS PROTEGIDOS

Una de las tecnologías, además del recambio varietal, con las que se apuesta a mejorar estos aspectos es la protección de los huertos a través de cubiertas, especialmente en la zona sur, donde se proyecta seguir creciendo.

Abel González, especialista de la Plataforma Frutícola de Inia Carillanca, investiga la factibilidad técnica y económica de invertir en estas estructuras y tipo de cubiertas de alto costo, con el fin de elaborar un paquete tecnológico que sirva a los productores,

Según explica González las precipitaciones en primavera y verano configuran un escenario de alta vulnerabilidad en la producción de arándanos en la zona sur.

“Precipitaciones en floración y en periodo de cosecha son las causas de mayores pérdidas de productividad y condición de fruta en destino. Los estudios han demostrado que dependiendo de la distribución y frecuencia de las precipitaciones en floración -periodo más vulnerable- se producen caídas importantes en el rendimiento”, sostiene González.

Se ha podido observar que precipitaciones mayores a 75 mm en pleno estado de floración han causado fuertes caídas en el número de yemas cuajadas, y en efecto los rendimientos cayeron hasta un 45%, en algunos casos.

En verano la situación también es compleja. Las probabilidades de precipitaciones en plena cosecha también son altas. Se ha podido precisar que un 40% del total de la fruta de un huerto es destinado a IQF, luego de cuatro eventos de lluvia mayores a 10 mm en el sur del país.

Otro aspecto negativo atribuible a las precipitaciones en verano es la influencia de éstas en la frecuencia de cosecha.

Al producirse un evento de lluvia las labores de cosecha deben detenerse hasta que la fruta sea secada por el sol, produciéndose colateralmente sobre madurez y ablandamiento de los frutos cosechados en un verano lluvioso.

Además la fruta embalada para fresco en años con altas precipitaciones en cosecha presenta problemas de condición en destino expresados principalmente en la presencia del micelio de Botrytis cinerea, ablandamiento y deshidratación.

PRIMEROS RESULTADOS

En 2017 Inia Carillanca implementó tres unidades de validación e investigación experimental en La Araucanía, donde se está midiendo el efecto del techo de film de polietileno, el film rafia y al aire libre en la productividad en las zonas de Freire, Perquenco y Collipulli (polos de desarrollo).

En esta primera temporada ya hay resultados. “Bajo este microclima tenemos cambios en las variables agroclimáticas, por ejemplo hemos visto que la temperatura promedio bajo la estructura es mayor en cualquier momento del día que al aire libre y eso tiene un tremendo efecto en los estados fenológicos y la madurez del fruto”, establece González.

Al aumento de la temperatura se suma que estos films o cubiertas permiten disminuir el efecto de la radiación solar, por lo tanto tiene un efecto protector a los golpes de calor. Además se evidencia una variación en la variable viento y una disminución de la humedad relativa.

“Estas cuatros variables integradas permite determinar que la evotranspiración o demanda del agua del cultivo disminuye en al menor un 30%, esto es similar a lo que está ocurriendo en uva de mesa. Esto se produce principalmente por el control del viento y la disminución de la radiación solar”, dice el experto.

Otro dato que entregó es que bajo la estructura todas las frutas tienden a ser más blandas, esto debido al aumento en la temperatura, lo que significaría probablemente que hay que adelantar la cosecha entre 7 a 10 días.

“En los ensayos se cosechó al mismo tiempo y había más temperatura por las cubiertas y probablemente estaba en un estado de madurez más avanzado”, dice.

ALTERNATIVAS

Serroplast Chile, filial de Serroplast Italia, empresa que se dedica a la producción de cobertores agrícolas hace 30 años, tiene experiencia en el tema. Poseen proyectos para proteger uvas, arándanos, kiwis y cerezas.

En el caso de los arándanos existen diferentes sistemas de estructura para instalar la cubierta. El más conocido es el macro túnel donde se trabaja con un sistema cerrado y de gran altura lo que tiene ciertas complejidades de operación para ventilar frente a altas temperaturas. El costo del macro túnel también es bastante elevado.

La empresa hace 4 años ha empezado a trabajar en un sistema ‘semi-ventilado’, de menor altura, más parecido a lo que se usa en uva de mesa o en estructuras modernas de cerezos. La estructura se basa en el uso de centrales de madera o metal, que se sostienen por una cadena perimetral del huerto y una red de alambres.

La cubierta plástica se instala en forma piramidal abarcando varias hileras en el caso del arándano. La pirámide se forma con 2 láminas que componen el techo y una ventilación central en el medio de la entre hilera la que permite que salga el calor excesivo, la humedad del sistema y caiga el agua de lluvia sin mojar directamente la fruta. Al tener alta ventilación (regulable por diseño) permite que el sistema pueda trabajar a menor altura, sin riesgo de temperaturas sumamente altas al interior.

Otra ventaja importante es que el sistema estructural, similar al parrón de uva de mesa, permite ajustar el diseño según las características climáticas de la zona. Pudiendo asegurar su resistencia a eventos climáticos ajustando su diseño.

 


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