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Publicado el 31 agosto, 2015 | por editor

Mecanización : ¿la fórmula para enfrentar la escasez de mano de obra?

La escasez de mano de obra en periodos de cosecha y la calidad de la fruta son una de las principales preocupaciones de los productores de arándanos. De esta manera el trabajo que realiza la Universidad de Talca, el que apunta a establecer la importancia de diversos factores en cada fase del proceso exportador de arándanos en fresco, para generar un modelo que aumente la calidad de destino, es visto de cerca por los exportadores.

El proyecto “Maximización de la productividad de arándanos frescos en la Región del Maule: manejo e integración de precosecha, cosecha y postcosecha” fue financiada por el Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDEF) de Conicyt y dirigida por el académico Jorge Retamales de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Talca e integrado por los profesores Claudia Moggia y Gustavo Lobos.

Según destacaron los investigadores, nuestro país ha registrado un incremento considerable en la producción de arándanos y aumentará en 50% hacia el año 2017.

Los destinos de los arándanos chilenos son Estados Unidos, Europa y en el último tiempo China (a Asia los envíos pueden demorar incluso 50 días). Debido a esto la industria de este rubro necesita solucionar dificultades, principalmente de calidad del producto cuando llega a los países de destino (deshidratación, frutos blandos, daños por golpe).

El estudio analizó las diferentes etapas de la cosecha y los métodos de manejo, ya sea manual, mecanizado o semi mecanizado (también se evaluaron aspectos como el envasado de esta fruta).

En este sentido, el proyecto estableció, entre otros aspectos, que la cosecha manual es efectiva, pero el manejo semi mecanizado no afecta la calidad.

“Entre un 40 y un 60% de las demandas de mano de obras tienen que ver con las cosechas. Ahí una opción es la cosecha mecanizada; sin embargo, en la mayoría de los casos con la tecnología que hoy hay disponible se atenta contra la vida poscosecha por los impactos del proceso”, explicó Jorge Retamales de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Talca y presidente de la Sociedad Chilena de Fruticultura.

Retamales agregó que en Chile, la Universidad de Talca está investigando sobre las opciones intermedias. A juicio del académico, las remecedoras que se van caña por caña cosechando localizado y minimizan la distancia de caída a las frutas a las zonas de colecta, son una interesante alternativa.

“Estas han demostrado que las frutas tiene una similar vida útil y calidad a la que es cosechada a mano. Con esto está el potencial de reducir a la mitad o a un tercio la cantidad de gente sin perjudicar la calidad de la fruta”, precisó.

Retamales agregó que este sistema debe seguir siendo probado en otras zonas y con distintas variedades para optimizarlo. Tiene un costo de 12 mil dólares por equipo, pero está también la posibilidad de ocuparlo en la noche.

“El ocuparlo en la noche permitiría llegar a otra mano de obra, gente que pueda trabajar por periodos cortos, -después de la jornada que tienen en otros lugares-, además en la noche las temperaturas son más bajas y eso implica que la fruta tiene un potencial poscosecha más larga”, concluyó.

APORTES

Uno de los proyectos más significativos que se ha hecho al estudio de la mecanización de la cosecha de arándanos en los últimos años ha sido la fabricación del dispositivo llamado BIRD (Blueberry Impact Recording Device).

Este instrumento electrónico, de 21 mm, busca replicar el tamaño y las características de la fruta, con el fin realizar mediciones de distinta índole. Esta herramienta, creada por el doctor Fumiomi Takeda y un equipo de especialistas del USDA y la Universidad de Georgia (USA), ha sido tremendamente importante para medir el daño potencial por impacto y así mejorar la calidad de la fruta y reducir las pérdidas de productores y exportadores de arándanos.

“El doctor Takeda junto al doctor Li, de la Universidad de Georgia, desarrolladores del BIRD, trabajaron con nuestro grupo en diciembre del año pasado, midiendo los impactos en cosecha y en packings”, señaló Jorge Retamales

Justamente este instrumento (BIRD I y BIRD II) se utilizó para evaluar 11 packings en Florida, Georgia, North Carolina, y Michigan en 2013 y 2014 y ocho packings en Chile (Linares, Cauquenes, Parral, y Chillán). Fumiomi Takeda dio a conocer los resultados en el II Congreso de Berries que se realizó en Temuco.

El sensor del BIRD II registró impactos en los puntos de transferencia o en cualquier lugar que existiera una caída vertical en la línea de packing. El potencial de daño por impacto se estableció en ‘Farthing’, ‘Star’, ‘O’Neal’, ‘Reveille’ en N. Carolina y ‘Legacy’ en Chile haciendo caer fruta a diversas alturas.

Los datos revelaron que los mayores impactos (~230 g) se registraron cuando el sensor cayó en el embudo que estaba por encima del llenador de clamshells en ocho líneas vacías. Los datos de peak G acumulativos mostraron una fuerte correlación con la altura total de caída, indicando que al reducir dicha altura total en una línea de packing se podría reducir el nivel de daño.

Cuando los puntos de transferencia se acolcharon con tiras de esponja Poron, se registraron niveles de impacto significativamente menores. Los BIRD I y II también registraron menores impactos cuando se los hacía correr en líneas con fruta. La severidad del daño por golpe resultante de fruta que era soltada de diversas alturas tuvo relación con los datos de impacto registrados por los sensores de los BIRD.

Usando un gráfico de cambio de velocidad de peak G y las puntuaciones por daño a la fruta, se identificaron varios impactos lo suficientemente grandes como para causar daño a la fruta, (p. ej. >25% del área central de la fruta con daño evidente (p. ej. en 76% de la fruta de ‘Reveille’).

Los estudios cuantificaron por primera vez el impacto mecánico en líneas de packing; la información ayudará a mejorar el diseño y configuración de equipos en líneas de packing. Estos cambios debieran reducir la magnitud y frecuencia de impactos mecánicos y daño por golpes en arándanos.

En EE.UU, la cosecha de arándanos para el mercado fresco se hace con máquinas que pasan por sobre las plantas aun cuando estas cosechadoras causan daño por golpe a la fruta. El BIRD I se usó para medir la cantidad y magnitud de impactos mecánicos generados por los tres principales tipos comerciales de cosechadoras mecánicas de arándanos (rotativas, golpeadoras, y mecedoras). El sensor se puso en plantas de arándano y las plantas fueron cosechadas en condiciones standard de operación de tal forma que el sensor se removió de la planta y experimentó las fuerzas de impacto que típicamente se encuentran en una operación comercial.

Los datos colectados por el sensor revelaron que las cosechadoras “golpeadora” y “mecedora” no solo generaron mayor número sino también mayor magnitud de impactos que la “rotativa”.

Los análisis de Takeda sugieren que estas disparidades se debieron principalmente a los diferentes mecanismos en movimiento, materiales en superficies de contacto, y diseños entre las tres cosechadoras. Los resultados indican que la mayor parte de los impactos duraron 5–7 ms en las tres cosechadoras. Además, el 90% de los impactos del equipo rotativo eran < 190 g y 90% de los impactos del golpeador y mecedor eran < 250 g.

 


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