Opinión desafíos

Publicado el 10 agosto, 2015 | por editor

Avances y desafíos del sector agropecuario chileno en el escenario internacional

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Por: Fredy H. Wompner G. 
Economista y Consultor
wompner@gmail.com

 

Nuestro país es en la actualidad probablemente el país mas globalizado del mundo, debido a la gran apertura de su economía que se basa en una red de acuerdos comerciales que le permiten tener relaciones comerciales privilegiadas con el 90% del PIB mundial y llegar con sus exportaciones a las dos terceras partes de la humanidad, con un mercado potencial de 4.300 millones de consumidores si contabilizamos la población de aquellos países con los cuales se tienen suscritos tratados comerciales.

Actualmente, entre los acuerdos comerciales más importantes, se cuentan 17 tratados de diverso alcance y profundidad. Todos ellos apuntan a disminuir las barreras al comercio, sin perjuicio de sus distintas denominaciones: Acuerdos de Complementación Económica, Tratados de Libre Comercio, Acuerdos de Asociación Estratégica y Acuerdos de Alcance Parcial. Gracias a los acuerdos comerciales, Chile tiene una ventaja respecto de sus competidores de similar oferta exportadora, que se expresa principalmente a través de las preferencias arancelarias obtenidas.

ACUERDOS COMERCIALES

Los acuerdos comerciales han ayudado a multiplicar varias veces nuestras exportaciones, especialmente aquellas más tradicionales (mineras, forestales o de la pesca) efectuadas por grandes empresas. El desafío actual para nuestro país es que las pequeñas y medianas empresas, conocidas como Pymes, se integren en mayor medida al fenómeno de internacionalización con nuevas ofertas de productos que diversifiquen nuestra capacidad exportadora, aprovechando ahora las ventajas que proporcionan los acuerdos comerciales.

Entre los acuerdos de mayor connotación con que cuenta Chile se encuentran los suscritos con Japón (TLC), China (TLC), Estados Unidos (TLC), Canadá (TLC), México (TLC), Centro América (TLC), Corea del Sur TLC), EFTA (Suiza, Noruega, Islandia, TLC), Unión Europea (Acuerdo de Asociación), P4 (Nueva Zelandia, Singapur, Brunei, Acuerdo de Asociación), Bolivia (Acuerdo de Complementación Económica), Colombia (Acuerdo de Complementación Económica), Ecuador (Acuerdo de Complementación Económica), Mercosur (Acuerdo de Complementación Económica), Perú (Acuerdo de Complementación Económica), Venezuela (Acuerdo de Complementación Económica), India (Acuerdo de Alcance Parcial) y Australia.

En la mayoría de los caso, estos acuerdos de cooperación, se traducen en la reducción unilateral de aranceles, que en los casos de mayor profundidad alcanzan el grado de Tratados de Libre Comercio, los que en conjunto se han negociado y puesto en vigencia y al ser numerosos, determinan que el desempeño de su economía este estrechamente ligado a la evolución y tendencias de la economía internacional. Esto es particularmente válido para el sector agroalimentario, atendiendo al hecho de que se trata de un sector enteramente transable, y en consecuencia muy sensible a las variables asociadas al desarrollo del comercio internacional.

Esto queda en evidencia si analizamos el crecimiento sostenido que presenta en las últimas décadas el sector agroalimentario chileno, que se sustenta fundamentalmente en las ventajas competitivas otorgadas por sus recursos naturales, por la existencia de favorables condiciones asociadas a costos de mano de obra comparativamente inferiores respecto de algunos de sus competidores directos, como Australia o Nueva Zelandia, y de un modo muy especial por el impulso otorgado por la amplia apertura comercial de Chile con las principales economías del mundo.

Este proceso de apertura ha favorecido una rápida y sostenida expansión de las exportaciones de bienes y servicios y del comercio exterior en general, dinámica que ha alcanzado a los principales sectores de la economía, con un rol especialmente destacado para las exportaciones de productos agropecuarios y de alimentos.

En cifras, las exportaciones totales de Chile al mundo se expandieron, entre 1990 y 2010, desde US $ 8.372 millones anuales a US $ 69.671millones al año, este es aproximadamente 8,3 veces el valor inicial, lo que corresponde a una tasa de expansión interanual de 11,2%. Lo más relevante al considerar estas cifras, es que esta expansión se explica especialmente por el aumento de las exportaciones de bienes agropecuarios, forestales y acuícolas, donde se destacan el crecimiento en la carne bovina (99,7%), lácteos (99,7%), carne porcina (97,3%), miel (83,8%), ciruelas (98,8%), manzanas (87,5%), uvas (52,8%) y las platas con un incremento récord en sus exportaciones de un 1.425%.

También este proceso de apertura económica ha propiciado importantes cambios en el sector agroalimentario, en especial en lo que se refiere a incorporación de tecnologías y adopción de estándares en los procesos productivos, así como en los de procesamiento, transporte y distribución que ha permitido a sus más importantes cadenas de valor posicionarse como proveedores confiables, capaces de alcanzar exigentes niveles de calidad e inocuidad en su oferta.

Los principales factores de competitividad sectorial del sector exportador según un estudio publicado por Odepa son: la suscripción de acuerdos de libre comercio, la estabilidad política y credibilidad internacional, las condiciones naturales del país, la estabilidad de las políticas económicas y comerciales, la calidad de la infraestructura de despacho internacional, la innovación tecnológica (I+D+I), las competencias laborales (educación), la calidad de los productos, el desarrollo de servicios de apoyo, la competividad empresarial y su patrimonio fito y zoosanitario.

Este último es, sin dudas, la ventaja competitiva más importante con que cuenta la agricultura, donde sus condiciones de sanidad animal y vegetal, junto con el sistema de aseguramiento de calidad y de la inocuidad de los alimentos contribuyen a que Chile tenga una posición privilegiada en el concierto internacional y constituyen, a la vez, la base de la estrategia exportadora agropecuaria y del objetivo de transformar a Chile en una potencia agroalimentaria.

El crecimiento sostenido de las exportaciones nacionales agrícolas y pecuarias, de los últimos años, no se habría concretado sólo con acuerdos comerciales y estrategias privadas de desarrollo productivo y de marketing. Estas ventajas sanitarias, son la base de la credibilidad internacional y una herramienta fundamental en la apertura de mercados.

No obstante, las condiciones que han permitido este desarrollo, según el mismo estudio de Odepa, se han modificado en los últimos años en virtud de la concurrencia de diversos factores, entre los cuales los más importantes son: el menor crecimiento de las economías industrializadas, el alza en los precios de los alimentos, las restricciones a la producción mundial de alimentos y el surgimiento de nuevos Competidores.

En el primero de estos factores, conocidas las dificultades e inestabilidad por las que atraviesa le economía internacional desde inicios del 2008, inicialmente con la llamada crisis subprime que afecto a la economía de Estados Unidos la que posteriormente se extendió al sector financiero y al resto de su economía. Más recientemente, la crisis de los países de la zona Euro amenaza seriamente las perspectivas de la economía internacional, al punto que para los próximos años se esperan tasas de crecimiento muy modestas, de acuerdo a proyecciones recientes de la OCDE, tanto para Estados Unidos como para los países de la Unión Europea y Japón.

El segundo de estos factores obedece a múltiples razones, ente las cuales ocupan un lugar muy destacado las distorsiones del comercio agrícola internacional derivadas de los masivos programas de subsidios y apoyos a la producción doméstica y a las exportaciones aplicados por la Unión Europea y Estados Unidos especialmente. No obstante, en los últimos años se constata una tendencia sostenida al alza en el precio de los alimentos, vinculada especialmente a crecimiento de la demanda en los países emergentes, en especial China e India, que juntos concentran en torno a un tercio de la población mundial. A lo anterior se agregan fenómenos climáticos extremos.

En tercero de los factores mencionados, la existencia de restricciones a la Producción Mundial de Alimentos, se debe a que de acuerdo a estimaciones de FAO, en las próximas décadas no más del 20% del crecimiento de la producción podrá basarse en la incorporación de nuevas superficies a la producción agrícola, siendo la disponibilidad de agua una importante variable que jugaría en contra de la producción agrícola, así como la presencia de un nuevo paradigma tecnológico, basado en la ingeniería genética, las nanotecnologías y la incorporación de tecnologías de información a los procesos productivos.

Finalmente, el surgimiento de nuevos competidores considera el caso de países que se han inspirado en el exitoso posicionamiento de la industria alimentaria chilena para transitar un camino similar de apertura al comercio internacional. Los casos más visibles son los de Perú y probablemente en el mediano plazo también Colombia, que poseen potencial productivo en algunos rubros en que competirán con Chile, y que están desarrollando una activa política de apertura de mercados y negociación de acuerdos comerciales que les permitan igualar en ese ámbito lo ya efectuado por nuestro país.

Será clave incrementar la presencia de la industria agroalimentaria chilena en los mercados emergentes de Asia y América Latina que serán los más dinámicos en los próximos años. Junto a esto es preciso optimizar el uso de factores que influyen de manera determinante sobre los costos de producción, como es la energía y calificación de la mano de obra, que influyen en gran medida en la competitividad sectorial, planteándose el gran desafío de incorporar un mayor nivel de tecnología que permitirá aumentar la productividad y disminuir los costos.

 


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