Reportajes UVAS

Publicado el 17 julio, 2018 | por editor

Vinos de La Araucanía se consolidan de la mano de la innovación y cepas ancestrales

Lo de La Araucanía en materia de vinos es la calidad. La calidad, de la mano de la elaboración de vinos premium y del rescate de cepas ancestrales que llegaron con los colonos europeos a la zona norponiente de la región.

Sumando toda la zona, las plantaciones de vides no superan las 70 hectáreas. Si se compara con las 46 mil existentes en la Región de O’Higgins (Valle de Colchagua); las 53 mil de la Región del Maule (Valle de Curicó y Cauquenes) o las 12 mil hectáreas de la región del Bío Bío (Valles del Itata y Bío Bío), no es difícil suponer que competir en volúmenes no es el norte para los productores locales. Por eso, un grupo de ellos ha entendido que invertir en calidad, aprovechando las ventajas comparativas del clima que ofrece el Valle de Malleco o sectores cercanos a Traiguén, es el camino para diferenciar sus vinos del resto del país.

Es la apuesta de Josefina Chahín, agrónoma que ha recorrido Europa buscando cepas originarias y analizando la producción vinífera en lugares de histórica tradición, como Burdeos y Alsacia, en Francia, hasta donde le ha llevado su pasión por los vinos. Sus viajes, sin embargo, no están motivados solo por un afán de mero gozo. En Chile, la espera su campo familiar, ubicado en Angol, en el cual ha puesto todos sus esfuerzos y energía durante los últimos cinco años, con el convencimiento de lograr algo impensado hasta hace poco: producir sus propios vinos de calidad.

En “la ciudad de los confines”, afirma, se dan todas las condiciones para el cultivo de vides particulares que como productora de vinos le permitirá diferenciarse de aquellas cepas que se producen en forma industrial en los valles de Maipo, Colchagua y Curicó. Lo suyo, es aprovechar las condiciones climáticas de Angol para la producción de cepas que les permita vinificar productos premium, apuntando a las ventajas del terroir que le otorga esta zona del país.

“Nuestro campo tiene un suelo muy complicado porque predomina una arcilla oscura, entonces nos dimos cuenta que lo único que crece es la vid, principalmente también porque en Angol existe un microclima donde no hay heladas invernales”, relata Josefina, quien levantó en el predio la empresa Amankay en conjunto con su hermano Nicolás.

Las primeras parras se plantaron el 2013 y dos años después comenzaron a producir cepas chardonnay, pinot noir y viogner, altamente cotizadas.

Pensando en potenciarse, se propusieron además levantar una bodega de altos estándares de calidad, que no solo les permitiera vinificar a la empresa sino también ayudar a pequeños productores de uva de la zona.

“Nos dimos cuenta que nadie en la zona tenía donde vinificar así que nos propusimos hacer la bodega que levantamos con el apoyo de Corfo y que está ubicada en Curacautín”, sostiene la emprendedora.

La ubicación de la bodega fue pensada con un sentido innovador: aprovechar el potencial turístico de la zona de Curacautín y alrededores.

“Está ubicada en un lugar estratégico para nosotros porque nuestro proyecto busca también fomentar el enoturismo en una zona de enorme potencial turístico que ha tenido un desarrollo importante en los últimos años y que queremos potenciar de la mano de vinos premium producidos en Malleco”, explica Nicolás Chahín.

Poniendo todos sus esfuerzos y convicciones en alcanzar vinos de calidad, Amankay recibe además el apoyo del Centro de Extensión Vitivinícola del Sur (Cevdelsur), un proyecto encabezado por la Universidad California Davis Chile, el Instituto Nacional de Investigaciones Agropecuarias (Inia) y la Universidad de Concepción, que con el financiamiento de Corfo, aporta enólogos para acompañar a los productores viníferos en el proceso de producción de vinos competitivos que puedan aprovechar el potencial de los valles del sur y obtener buenos resultados comerciales.

Edgardo Candia, enólogo del Cevdelsur, fue quien los asesoró en decisiones trascendentales, como la adquisición de tecnología y equipamiento fundamental para el proceso de vinificación, entre los que se cuentan prensa neumática para oxidación de uvas blancas, despalilladoras, descorchadoras, filtros de bombas, además de constantes análisis químicos de las muestras producidas.

Tal apoyo le permitió a la empresa lograr su primera vendimia durante la última temporada otoñal, alcanzando una producción de tres mil kilos de uva chardonnay; cuatro mil de viogner y dos mil de pinot noir.

“Para nosotros ha sido fundamental el aporte del Centro, por el constante conocimiento técnico recibido, gracias a ello tuvimos la primera vendimia que nos permitirá elaborar nuestros vinos de calidad”, afirma Nicolás Chaín quien se propone para el próximo año elevar a cinco mil kilos la producción de cepas Premium.

VIÑAS BOUTIQUE

Josefina Chahín es conciente que para competir en el mercado del vino debe apelar a la calidad de las cepas. “A nosotros nos interesa conformarnos como viña boutique, aportando vinos que puedan ser distribuidos en determinados lugares de Temuco o Santiago donde ya tenemos algunos contactos para poner nuestros productos”.

Un objetivo similar persigue también Rita Segura. Con 3,3 hectáreas de viñas en la comuna de Los Sauces, en Malleco, plantó principalmente pinot noir. El 2017 logró un rendimiento de 400 kilos por hectáreas mientras que este año llegó a los 1.900 kilos.

Para el próximo año, el objetivo es superar los cinco mil kilos, afirma Roberto Henríquez, enólogo del Cevdelsur quien apoya el trabajo de la productora, la que exhibe además de pinot, plantaciones de cepas altamente apetecidas en el mercado de los vinos de alta gama, como riesling y silvaner, propias de climas fríos.

La productora no cuenta con bodega para vinificar por lo que vende sus cepas, a muy buen precio, a empresarios viníferos que buscan elaborar vinos de alta calidad.

“Angol cuenta con un terroir ideal para producir cepas que necesitan de un clima más fresco”, destaca Henríquez, avalando la calidad de las cepas originarias de Europa, que tienen un buen comportamiento en esta parte del país.

CEPA COLONIAL

Una de las empresas que compra las cepas producidas por Rita Segura es la Viña Aynco. Ubicada en el sector Capricho, comuna de Galvarino, a 45 kilómetros de Angol y a unos 26 kilómetros de Traiguén, se trata de un emprendimiento de cuatro socios, quienes decidieron plantar en dos hectáreas, de las 27 que conforman un predio con producción de cereales, una amplia variedad de cepas viníferas con buen comportamiento en la zona, considerado el inicio de uno de los valles viníferos más australes del mundo.

Aquí lucen pinot noir, chardonanay, riesling, que dan origen a vinos de calidad premium.

Uno de los sellos de la empresa es la elaboración de los vinos con una mínima intervención, sin filtrar y con una acidez natural, condiciones altamente apetecidas en el mundo que comienza a deleitarse con los vinos naturales.

Sus productos nacen de cepas patrimoniales que recolectan de buena parte de productores de vides de la misma zona, como moscatel, cabernet, pinot y chasselas, incorporando también uva país que adquieren a productores de Yumbel, en el Valle del Bío Bío. De estas parras nace un vino natural sin filtrar el cual ya está siendo comercializado en dos tiendas de Temuco y Santiago.

Punto aparte es la cepa chasselas, la que es suministrada por productores mapuche que rescataron a la patrimonial variedad europea plantada por los colonos suizos que llegaron a la zona.

“Ellos mantienen 20 hectáreas donde sobreviven cuatro mil plantas de chasselas de las cuales nosotros embotellamos nuestro vino Amulen, que en mapudungún significa progreso, y que refleja el paso del vino a granel que caracterizaba a la producción en la colonia, al vino embotellado”, detalla Rodrigo Moraga, uno de los cuatro socios de Aynco.

La empresa vinífera también se ha beneficiado del apoyo del Cevdelsur, de la mano del enólogo Mauricio González.

“Hemos tenido un gran apoyo en análisis químico, riego y también en la gestión de contactos con mercados en Alemania y Brasil, donde tenemos conversaciones avanzadas para enviar nuestros productos e incluso podría surgir una posible invitación a una feria de vinos”, relata Moraga quien suma como objetivos para el próximo año “seguir aumentando nuestra producción y superficie y hacer conocido a Galvarino por nuestros vinos naturales de calidad superior”.

Para Susan Aguilera, gerente del Cevdelsur, el trabajo realizado junto a los productores viníferos de La Araucanía, “permite relevar emprendimientos que están apostando por diferenciarse en un mercado altamente competitivo, de la mano de sus vinos de alta calidad que muestran todo el potencial de esta zona para salir a promocionar sin temores las cepas producidas esta zona ancestral del país”.

 


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