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Publicado el 20 febrero, 2018 | por editor

El desafío de rescatar el cultivo de la quínoa

Aumentar la superficie sembrada, el rendimiento del cultivo y la oferta de nuevos productos procesados en base a quínoa desde La Araucanía son parte de los objetivos que persigue el proyecto FIA “Tecnologías para potenciar el cultivo de quínoa como opción productiva para la Agricultura Familiar en la zona centro sur de Chile”.
Esta iniciativa, desarrollada por Inia Carillanca, está orientada a identificar germoplasma de quínoa con características agronómicas y funcionales sobresalientes en términos de rendimiento y calidad; definir tecnologías de manejo agronómico integrado que permitan el desarrollo del cultivo en el centro-sur de Chile.
También propone desarrollar prototipos industriales en base a este producto, que puedan ser escalados por actores de la agricultura familiar en el mediano plazo, como también transferir y difundir los resultados obtenidos a productores, asesores y empresas sureñas.
Este proyecto surge en 2015 a partir de la inquietud de la Municipalidad de Vilcún por desarrollar un cultivo que dinamizara la economía del sector. Así fue como se llegó a la quínoa.
Actualmente, la iniciativa liderada por el doctor Jorge Díaz es co ejecutada con la Universidad de La Frontera y como socios participan Agroforestal La Esperanza Ltda.; las comunidades indígenas Domingo Canio N°2, Antonio Paine 1, Antonio Paine Nº 2 y Domingo Caniu 1; la Municipalidad de Vilcún; Indap y el Servicio Agrícola Ganadero (SAG).

avances
La quínoa reconocida mundialmente como un súper alimento, todavía se encuentra en la categoría de especies olvidadas y subutilizadas, especialmente en la zona sur de Chile, donde ya se ha comprobado su potencial.
Más del 80% de la producción de quinoa se produce en Bolivia y Perú, otro 10% está en manos de Ecuador, Estados Unidos y Canadá. Chile ocupa el lugar 26 de 70 países.
En el mundo la demanda es variable, pero aumenta a un ritmo promedio de un 12% anual. Las ventas de quínoa entre los años 1992 a 2002 se multiplicaron 4 veces. Mientras que 2002 al 2012 se multiplicó por 39 veces. En nuestro país el consumo de este alimento va en en aumento; sin embargo, el mayor porcentaje es importada y llega a las góndolas de los supermercados a un alto precio, por lo que aún no está presente masivamente en la cocina de los chilenos.
Potenciar su producción y revalorizar este cultivo ancestral, justamente, es uno de los desafíos de esta iniciativa y a dos años de su ejecución ya se han visto los primeros resultados.
“Nuestro objetivo inicial era recuperar un cultivo ancestral, pero incorporando tecnología que le permitiese a los productores disponer de un nuevo cultivo que le genere recursos para la familia, especialmente para los pequeños productores”, dijo Ivette Seguel Benítez, directora del Centro Regional de Investigación Inia Carillanca.
Para ello comenzaron con la evaluación del material disponible en el Banco de Germoplasma, el que corresponde a “genotipos propios, conocidos mundialmente como genotipos de zonas bajas y que se han mantenido por años en nuestras comunidades”.
Recalcó que hasta ahora se encontrado con gratas sorpresas en lo referido a los buenos rendimientos y la calidad de semilla.
“En toda la región, obviamente, hay condiciones agronómicas para desarrollar este cultivo. Lo bueno es que superamos con creces los rendimientos promedios nacionales de 6 a 9 quintales. En La Araucanía se puede hablar tranquilamente a nivel de productor de 20 a 30 quintales por hectárea, pero a nivel experimental con riego se puede llegar a los 60 quintales”, explicó Jorge Díaz, investigador y director del proyecto.
Agregó que si bien este trabajo surgió en Vilcún, donde los rendimientos son buenos; en la costa específicamente en Tranapuente en la comuna de Carahue la situación es mucho mejor.
Ivette Seguel explicó que en esta investigación también se propusieron como objetivo, además de elegir y seleccionar genotipos, proveer a los productores de un paquete de manejo agronómico que no está disponible en el país.
“No hay ninguna otra experiencia en la que se trabaje de la forma en que nosotros lo estamos haciendo, conversando sobre la fertilización, de las enfermedades y plagas que podrían afectar el cultivo, de riego,de nutrición de las plantas, de las dosis y las épocas de siembra. Se trata de un trabajo coordinado donde participan los especialistas de Carillanca”.
Otro desafío en carpeta y que está a cargo del Instituto de Agroindustria de la Universidad de La Frontera, tiene que ver con el desarrollo de prototipos industriales.
“Están desarrollando distintos formulados utilizando la quínoa para que pequeños emprendedores con una mini industria puedan desarrollar en las comunas productos nuevos a partir de este cereal”, precisó la investigadora.

experiencia de vilcún
En la región, la comuna de Vilcún ya lanzó sus fichas. Según recalcó la alcaldesa Susana Aguilera, la idea es consolidar a la zona como la máxima productora de este cereal.
En la actualidad ya cuentan con 16 hectáreas de este cultivo, están gestionando una sala de procesos e iniciaron conversaciones con Junaeb, para que incorporen este alimento en las raciones escolares.
“Hemos ido generando estrategias con la Universidad de La Frontera, a través de un convenio con Junaeb, para incorporar la quínoa. A fines de 2017 hicimos la prueba de tolerancia en los niños y estamos esperando los resultados. Esperamos que las empresas incorporen este alimento que están nutritivo y que es un cultivo tradicional del pueblo mapuche”.
La edil agregó que la idea es mantener una producción constante y homogénea para que la industria, como es el caso de Carozzi, deje de importar a Perú y Bolivia y compre en la zona.
“Estamos muy contentos con los resultados, con los rendimiento que ha tenido la quínoa en cada uno de los demostrativos que se han trabajado junto a Carillanca. Tenemos muchas proyecciones y nuestro foco ahora está en encaminar este proyecto que culmina en 2018 hacia la comercialización. Lo que siempre hemos planteado es que hay que acompañar a los productores en todas sus etapas”, aseveró la alcaldesa.
Para lograr con estos objetivos se constituyó formalmente en el mes de diciembre, la nueva “Cooperativa Kinwa Vilcún”, agrupación que facilitaría el proceso de venta.

Dificultades
El proceso, pese a los alentadores resultados, no fue del todo fácil. La gran dificultad, es que no existían trabajos previos. “Teníamos un banco de germoplasma donde estaba la semilla conservada desde hace casi 20 años y no habíamos tenido la posibilidad de desarrollar un proyecto que tuviese este objetivo”, recalcó Ivette Seguel.
El director del proyecto, Jorge Díaz, opinó de la misma manera. Aseguró que en el camino se enfrentaron a la falta de tecnología y prácticas agronómicas documentada que permitiese optimizar los rendimientos y los costos de producción.
A la escasez de semilla y variedades adaptadas, la necesidad de técnicos capacitados para transferir y difundir conocimiento a los productores, la falta de prototipos industriales que permitan agregar valor al cultivo y de equipamiento para el procesamiento del grano, se suma la gran informalidad en su comercialización
Sin embargo, por ahora, la mayor preocupación más importante para los investigadors es darle continuidad al proyecto.
“Nuestra preocupación no son los resultados, porque ellos realmente nos tienen asombrados. Lo que necesitamos son proyectos para dejar bien encaminado el tema y terminar con las interrogantes que pudiesen surgir”.
El Banco de germoplasma posee 125 genotipos, de esos, en la primera temporada se seleccionaron 25 y al final del proyecto se pretende llegar a los 5 mejores.
“Lo que nosotros queremos no es imponerle a las comunidades los genotipos, sino que ellos elijan cuáles les gustan. En un próximo proyecto lo que queremos es multiplicar las semillas y entregarlas para que la sigan utilizando, pero ya seleccionada, evaluada y con un paquete agronómico listo”, concluyó la directora de Inia Carillanca.


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