Opinión arandanos1d

Publicado el 30 marzo, 2015 | por editor

El rol estratégico de los viveros en el liderazgo chileno de la fruticultura

Por: Walter Lobos Álvarez
Profesor de Fruticultura
Facultad de Ciencias Agropecuarias y Forestales
Universidad de La Frontera
Nuestro país es reconocido en todos los continentes por ser productor de fruta de calidad. Hoy ostenta ser el exportador del rubro más importante del hemisferio sur, lo que representa un liderazgo indiscutido cuando se nos compara con Brasil, Sudáfrica, Australia, Argentina, entre otros países, y además porque produce en una superficie muy baja en relación a nuestros pares, pero con una variedad importante de oferta de especies de frutales, que nos permite abastecer una demanda creciente durante un largo periodo en la contraestación del hemisferio norte.
Esta situación mundial no se logra fácilmente, ni menos se puede mantener en el tiempo, sino se trabaja seriamente y en estrecha colaboración con el sector empresarial y el Estado. La fruticultura es un rubro muy dinámico, que requiere cambios permanentes debido a la creciente demanda, a la apertura de nuevos mercados con gustos definidos y a la búsqueda de mejores réditos económicos.
En este puzle de interacciones público-privadas, los viveros juegan un rol importantísimo tratando de mantener el patrimonio fitosanitario y ofrecer las alternativas de punta, salvaguardando intereses de productores y genetistas.
La Asociación Gremial de Viveros reúne a más de 70 socios nacionales y ha consolidado a Chile, además, como una plataforma genética para otros países latinoamericanos. Según consta en el Anuario Viveros 2014, cada año se comercializan en Chile unos 73 millones de plantas frutales, las que sumadas a aquellas que se exportan y al remanente que queda en stock en los viveros, incrementa el número a cerca de 130 millones de plantas frutales anuales.

Eje estratégico
Actualmente, la industria viverística se ha posicionado como eje estratégico de desarrollo de la fruticultura nacional, ya que representa la base de la cadena de valor que sustenta al sector frutícola exportador. Su principal función es proveer de material genético auténtico y distintivo, ya sea para nuevos proyectos de plantación, renovación varietal de huertos o replantes, siendo, por tanto, determinantes en el éxito de nuestra fruticultura.
El aumento sostenido que ha experimentado el sector, pasando de las 50.000 hectáreas a fines de los años 70 a las 520.000 en el 2009, con una superficie proyectada de 700.000 hectáreas para el 2019 (fuente: www.sag.cl), refleja la creciente demanda de plantas, que ha venido acompañada por cada vez mayores exigencias de calidad del material genético por parte de los productores y una mayor preocupación de las externalidades ambientales que esta actividad genera. Esta última situación incluye lo que conocemos también como “cambio climático”, por lo que se requiere un alto grado de especialización en la producción de plantas, más regulación en las entidades públicas y, a su vez, mayor autorregulación por parte del mismo sector.

Calidad
A esto se suma, la cada vez mayor necesidad de contar con un sistema de trazabilidad y aseguramiento de calidad del material que se produce, ya que hoy el mercado es muy exigente en este aspecto, lo que debemos acatar con disciplina para seguir ostentando el prestigio de la fruticultura nacional.
La zona sur del país, año a año, crece en superficie frutícola y requiere del compromiso responsable de los viveristas para ofrecer plantas de calidad y genuinidad que permitan a los productores locales, muchas veces primerizos, lograr mantener una agricultura limpia y llegar a mercados externos con la seguridad de ofrecer lo que el mercado requiere.
Esta zona está llamada a ser partícipe importante en el objetivo agroalimentario del país y, para ello, el apoyo y presencia de viveros calificados (AGV) son un requisito fundamental.


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