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Publicado el 26 diciembre, 2017 | por editor

Los factores del suelo que inciden en la productividad del lupino

Diversos fueron los temas analizados en el día de campo sobre lupino organizado por Inia Carillanca en el contexto de un proyecto Fontagro. Compactación de suelo y formas de medirla; lupino dulce Alboroto Inia y efecto de subsolado, encalado, fertilización fosfatada y azufrada, y manejo de rastrojos, fueron los tópicos expuestos en el predio Quilquilco, de los agricultores Alfredo y Pablo Ruff, en el sector Inspector Fernández en la comuna de Victoria.

En este lugar se realizaron ensayos con lupino dulce Alboroto Inia durante dos temporadas y los rendimientos fueron significativamente menores a los de otras localidades.

“Si en las mismas temporadas los rendimientos en Perquenco, Lautaro, Nueva Imperial y Máfil fluctuaron entre 55 y 79 qqm/ha, en Inspector Fernández sólo se alcanzó entre 22 y 35 qqm/ha. Por lo mismo, identificar las causas se transformó en un desafío. Luego de reunir varios datos, el diagnóstico inicial apuntó a la compactación, acidez, y bajos niveles de fósforo y azufre en el suelo”, comentó Mario Mera, especialista de Inia Carillanca.

Los ensayos de esta temporada indican que el factor crítico son los bajos niveles de fósforo. Se puede observar con claridad que el lupino responde a la fertilización fosfatada cuando este elemento es deficitario. En el caso del suelo donde se establecieron las pruebas, el nivel de fósforo disponible es 4,8 a 5,8 ppm.

“El lupino blanco se caracteriza por generar un tipo de raíces especializadas, llamada proteoídeas, que exudan ácidos orgánicos y le permiten disponer de fosfatos inaccesibles para otras plantas. Sin embargo, cuando el fósforo es muy escaso y a esto se suma algún grado de compactación de suelo que limita el crecimiento de las raíces, el cultivo puede sufrir la deficiencia de dicho elemento. Lo anterior se manifiesta claramente con un menor crecimiento de las plantas y defoliación prematura”, explilca Mera.

El experto agrega que “esto deja el suelo descubierto, lo cual facilita el ataque de Pleiochaeta, hongo que causa la enfermedad conocida como mancha café, complicando aún más la situación”, acota Mera.

Pese a los bajos niveles de azufre en el suelo (5,1 a 6,2 ppm), el efecto de la fertilización azufrada (con fertiyeso) no ha sido notorio. Los trabajos también contemplaron tratamientos con subsolador y aplicación de cal. En ambos casos se observa poco efecto, ya que según calicatas y mediciones de penetrómetro la compactación de suelo no es grave en el sector de la prueba, a diferencia de potreros aledaños.

“Al respecto, las conclusiones podrán obtenerse una vez que se tengan los rendimientos, ya que el año previo el efecto del subsolador, poco notorio visualmente, se tradujo en un aumento de 52% en el rendimiento”, explica Mera.

Sobre compactación de suelo

Según Manuel Vial, especialista de Inia Carillanca y otro de los expositores, la compactación del suelo provoca disminución del espacio poroso, lo que repercute directamente sobre el crecimiento de las raíces, afectando la capacidad de absorción de agua y nutrientes y el desarrollo de la planta, y finalmente los rendimientos de grano y/o biomasa.

“No es un problema muy visible y puede ser atribuido a otras causas. El tránsito de maquinaria con suelo húmedo y la realización rutinaria de labores superficiales van provocando densificación de las arcillas y la creación de una capa compacta. Síntomas tales como raíces deformes tipo espiral, crecimiento rastrero (gateo), raíces fibrosas, cortas, no vigorosas, sin o con escasa nodulación en el caso del lupino, son síntomas que pueden asociarse a compactación”, señala Vial.

La ejecución de un adecuado diagnóstico permite diferenciar sectores dentro de un potrero que tiene el problema. Una calicata en un sitio representativo permite visualizar dónde se encuentra la capa compactada. De igual forma, mediciones de la resistencia a la penetración -con la utilización de un penetrómetro de cono- ayuda a precisar dónde y a qué profundidad se encuentra el problema. Labores de ruptura vertical del suelo como la utilización de arado cincel, cuando el problema es leve, y subsolador, cuando es severo, ayudan a sobrellevar temporalmente la dificultad.

“Bajo un sistema sustentable de manejo del suelo, el sentido es buscar a largo plazo la restitución del espacio poroso armonizando prácticas mecánicas y la dinámica natural, integrando prácticas que promuevan la formación de agregados, macroporos y la presencia de fauna edáfica. La incorporación de enmiendas calcáreas, incorporación de materia orgánica y rotaciones con leguminosas ayudan a este fin”, aclara Manuel Vial.

 


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