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Publicado el 14 agosto, 2017 | por editor

Masa de pastoreo y horarios: la clave para producir más y contaminar menos

Cada día los consumidores están más informados y preocupados por el impacto que tienen en el medio ambiente los productos que utilizan, y los alimentos no han quedado fuera de esto. El sector lechero ha tenido que adaptarse a estos requerimientos, que incluso se han impuesto a través de nuevos requerimientos en la legislación ambiental del país.

Es así como en el año 2013 comenzó a regir una nueva norma para el sector silvoagropecuario. Los proyectos o actividades que agregan valor, tales como agroindustrias, mataderos, industrias de celulosa; así como proyectos o actividades de producción primaria, tales como planteles y establos de crianza, lechería y engorda de animales, desarrollo o explotación forestal, entre otros, deben ingresar al sistema de impacto ambiental, ya sea a través de una Declaración o un Estudio, dependiendo de la dimensión de cada proyecto.

Minimizar los efectos sobre el medioambiente, desde la calidad del aire, el agua y el paisaje, ha desarrollado búsqueda constante de nuevas tecnologías que permitan una lechería eficiente y sustentable. En la Universidad Austral de Chile, existen investigadores que están enfocando sus proyectos en busca de métodos que ayuden al sector lechero a encontrar este punto: eficiencia + sustentabilidad.

Para el decano de la Facultad de Ciencia Veterinarias de la UACh, doctor Rubén Pulido, el aspecto medioambiental toma mayor importancia día a día en la formación de profesionales: “como Facultad estamos enfocados en formar un profesional capaz tener una mirada sistémica del proceso productivo y, así poder mejorar la eficiencia económica y, del mismo modo, mitigar el efecto en el medio ambiente y en los recursos naturales disponibles”.

Ignacio Beltrán, veterinario y estudiante de doctorado de la Universidad Austral, quien trabaja en un proyecto patrocinado por el doctor Rubén Pulido y financiado por Fondecyt, Conicyt y la Dirección de investigación y desarrollo de la UACh, se dio cuenta que no existía, en la Faculta de Ciencias Veterinarias, una línea de trabajo que evaluara directamente el efecto de la vaca lechera en el medioambiente.

“Existe mucha investigación enfocada a lo que ocurre en la pradera, respecto a fertilización y fumigación, pero nada qué se centrara en el impacto que tiene la vaca y sus desechos en el medioambiente”.

Según señala Beltrán, quien desarrolló parte de su investigación en Nueva Zelandia, este impacto se estudia hace mucho tiempo allá y Europa, donde la regulación ambiental es más estricta, del mismo modo que los consumidores, quienes buscan alimentarse de los productos con menos impacto posible. “Actualmente es el consumidor el que marca el camino de las preocupaciones del sector agropecuario, y en Chile, cada vez está más preocupado de qué consume y cómo se produce”, destaca el investigador.

ALIMENTACIÓN: LA CLAVE DE LA INVESTIGACIÓN

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el sector ganadero es responsable del 9% del CO2 procedente de las actividades humanas, pero produce un porcentaje mucho más elevado de los gases de efecto invernadero más perjudiciales. Genera el 65% del óxido nitroso de origen humano, que tiene 296 veces más Potencial de Calentamiento Global (GWP, por sus siglas en inglés) que el CO2. La mayor parte de este gas procede de los desechos orgánicos, estiércol y orina, de los animales.

Debido a esta información, la investigación que realizó Ignacio Bertrán se centra en la concentración de Nitrógeno en la orina de la vaca. Este compuesto, transformado en urea se produce en el hígado como una manera de desintoxicar el amonio, el cual se produce, según explica el experto, de la degradación proteica de los alimentos que consumen los animales, especialmente en los mamíferos rumiantes.

El objetivo principal era encontrar una forma de disminuir el óxido de nitrógeno, sin afectar la cantidad y calidad en la producción de leche. Luego de tres investigaciones, en las cuales logró reducir la cantidad de nitrógeno en la orina, pudo encontrar una solución. “Generalmente los objetivos económicos van en contra de los medioambientales, y nosotros queríamos llegar a un equilibrio que beneficiara a los productores. Al final logramos encontrar una manera en que bajamos la concentración de contaminantes y aumentamos la producción lechera”, destaca Bertrán.

El investigador explica “Queríamos que el cambio en la producción no afectara los presupuestos, por lo que utilizamos la misma cantidad y los mismos alimentos que el predio ya consumía, y con eso vimos el cambio en el flujo de los nutrientes. Variamos otros factores como la masa de pastoreo y el tiempo en que los animales accedían a las praderas, todo esto durante el otoño”.

Es así como se dieron cuenta que la cantidad de Nitrógeno en la orina disminuía considerablemente cuando a los animales se les alimentaba con mayor cantidad de materia seca (3 mil kg.), y por la tarde. “Esto se explica porque la pradera tiene más energía a esta hora y con ese largo, por lo que el consumo de proteína disminuye y la vaca no tiene que hacer un proceso tan desgastante para procesar el nitrógeno y transformarlo. Así la vaca, al tener más energía, produce más y mejor leche, y desecha menos contaminantes a través de su orina”, señala Beltrán.

Pulido destacó que con los resultados de este proyecto “se avanzará en los conocimientos disponibles en esta área y se proporcionará alternativas de manejo de alimentación (pastoreo y suplementación) utilizando la misma asignación de recursos alimenticios. Esas alternativas tienen por objeto reducir el impacto ambiental manteniendo y aumentando la eficiencia productiva y económica”.

 


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